Néstor Calvo, docente e investigador de la FICH y del CIMEC, junto a Guido Bracalenti, Emanuel Canavesio y Cecilia Serafini, estudiantes de Ingeniería en Informática de la Facultad, hicieron desarrollos informáticos, basados en programas de procesamiento de imágenes, para aplicarlos en dos obras de arte que integran el patrimonio del Museo Provincial de Bellas Artes «Rosa Galisteo de Rodríguez».

Los trabajos se presentaron el viernes 6 de octubre, en el marco de la inauguración de la muestra «Invisibles y Salvajes».

Mallas
El docente trabajó con la imagen de la escultura de la cabeza de David, que se reproduce en una pantalla y comienza a girar cuando una cámara detecta el movimiento del público que se ubica frente a la misma para observarla. En esos movimientos, algunas partes de la imagen de la escultura aparecen reemplazadas por mallas.

Ruidos
Los estudiantes trabajaron con la obra «Desnudo» del pintor argentino Aldo Severi. Desarrollaron un programa, utilizando recursos de la biblioteca OpenCV, que genera diferentes efectos sobre la imagen del cuadro proyectada en la pared. Dichos efectos consisten en deformaciones o «ruidos» de la imagen, que aparecen en algunos sectores de la pintura, de acuerdo al lugar en que la cámara detecte al público que la está observando.

Arte y tecnología
La invitación a participar de esta iniciativa fue realizada por autoridades del museo a Calvo, quien convocó a los estudiantes a sumarse al proyecto. “Este proyecto se enmarca en un objetivo más general del museo, que consiste en visibilizar el patrimonio de una forma atractiva. Se pensó que la tecnología podía contribuir a disfrutar de las obras desde un enfoque diferente al tradicional”, explicó el docente.

En este sentido, Cecilia agregó que “la idea del museo era combinar lo artístico con la tecnología. Logramos encontrar esa conexión, que no imaginábamos que existía”. Al respecto, Emanuel subrayó: “El museo pretendía que generáramos en la imagen efectos que los informáticos consideraríamos un error”.

“Fue un desafío por varios motivos. Teníamos que desarrollar un producto con una disponibilidad mínima de recursos y lograr armonizar dos ámbitos que en principio parecen muy distantes: la ingeniería y el arte. Esto fue muy interesante, porque nos permitió aplicar lo que aprendimos en la carrera en un contexto totalmente distinto al que estamos habituados en el ámbito académico”, reflexionó Guido. Cecilia y Emanuel coincidieron en destacar que “nos recibieron muy bien en el museo y logramos encontrar un vocabulario común”.

Más información
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