Habitualmente, cuando se habla de sequía, se piensa en un proceso de escasez de agua que evoluciona lentamente y permanece en una región durante un período prolongado de tiempo, que puede oscilar de una estación puntual a uno o varios años. Sin embargo, por influencia del cambio climático, este fenómeno se está desarrollando con mayor velocidad, en pocas semanas o hasta dos meses.
“Este fenómeno se denomina sequía repentina y está particularmente influenciado por las continuas y frecuentes olas de calor que padecemos, junto a un marcado déficit de precipitación, que hacen que el suelo se seque. Nuestro trabajo de investigación se basa en el estudio de este tipo de sequía y de qué modo impacta en plantas y algunos cultivos. Por ello hablamos de sequías agrícolas repentinas”, explicó Miguel Lovino, Doctor en Ingeniería, mención Recursos Hídricos, y docente e investigador del CONICET en el Centro de Estudios de Variabilidad y Cambio Climático (CEVARCAM), de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
Sistema de predicción y monitoreo
En el marco del estudio sobre sequías agrícolas repentinas, se pretende generar un sistema de predicción y monitoreo de este fenómeno, a partir de una herramienta de pronóstico del tiempo propia que está funcionando en el CEVARCAM, con el fin de brindar al productor conocimiento que le permita planificar los períodos de siembra para aumentar los rindes o minimizar el impacto en lo que esté sembrado.
“En la FICH contamos con un sistema que está operativo y pronostica el tiempo –lluvia y temperatura– en intervalos de tres horas hasta siete días. Nuestra idea es aumentar la capacidad computacional para mejorar el sistema y extender el pronóstico hasta 10 días. Luego, estudiar los forzantes climáticos que puedan influir en el desarrollo y la evolución de sequías agrícolas repentinas”, detalló Lovino, tras aclarar que los «forzantes» son aquellos fenómenos climáticos que favorecen la aparición de determinadas condiciones atmosféricas o impactan en el balance hidrológico a largo plazo. Por ejemplo, un evento de «El Niño» suele generar exceso de precipitaciones, y con ello posibles crecidas o inundaciones, en tanto que «La Niña» se relaciona con un déficit extremo de lluvias que puede favorecer el desarrollo de sequías.
“En enero ocurrió una ola de calor muy grande que ocasionó una sequía repentina que en ciertas zonas, particularmente en el sur de la provincia de Santa Fe, causó estragos y mucha afectación a los rendimientos de soja. Si conociéramos cuáles son los forzantes de gran escala que favorecen este tipo de sequía, podríamos aportar una herramienta para mejorar el pronóstico que queremos hacer. En este sentido, vamos a incorporar la variable de humedad de suelo para observar cómo se seca el suelo en función de los datos de temperatura y precipitación que ya tenemos, a fin de obtener un pronóstico y consecuentemente un monitoreo de este tipo de eventos”, amplió el investigador.
Ciclo de vida
A partir de un estudio realizado por CEVARCAM en las zonas agrícolas más productivas del mundo –sudeste de Sudamérica, centro-este de Estados Unidos, India, sur de China y centro-este de Europa, sur de Rusia y Ucrania–, se detectó que la sequía repentina posee un desarrollo físico similar en todas estas regiones, lo cual permite aumentar la capacidad de predicción de este fenómeno.
“Observamos que había un déficit de precipitación antes del inicio de la sequía. La atmósfera comenzaba a tener más «sed» y el suelo y las plantas emitían más evapotranspiración hacia la atmósfera, por lo cual el suelo se secaba más rápido. Durante los 20 días posteriores al inicio de esta sequía, la evaporación y la humedad del suelo caían abruptamente”, explicó Lovino.
En nuestra región, este fenómeno ocurre entre diciembre, enero y febrero. “El principal impacto se produce en los períodos críticos de los cultivos. En nuestra zona, la soja y el maíz están en período de floración o de granado durante estos meses, por lo que necesitan agua. Si ocurre una sequía repentina, es muy probable que pierdan rendimiento. En los últimos años, a raíz de frecuentes eventos de sequía repentinas –entre otros factores–, se produjo una pérdida importante de rendimiento de los cultivos, que sin dudas impacta negativamente en la seguridad alimentaria de la población”, comentó el investigador.
Publicación
Este tema fue publicado por npj Climate and Atmospheric Science, de la prestigiosa Nature, en el artículo «El ciclo de vida predominante de las sequías agrícolas repentinas», escrito por Miguel Lovino, junto a Josefina Pierrestegui, Omar Müller y Gabriela Müller, de CEVARCAM, y Ernesto Berbery, de la Universidad de Maryland.
Disponible en https://www.nature.com/articles/s41612-024-00618-0